Expresión reaccionaria


Hubo un tiempo en el que me tomé muy en serio el libertarismo. No solo gané varios concursos de ensayo sobre temas liberales, los monopolicé por cuatro años seguidos. También, mientras estaba en el sótano de mi casa, adorando como siempre a algún personaje de anime, junto con otros libertarios de internet se nos ocurrió la idea de iniciar un movimiento en México. Algo así como la Ron Paul Revolution pero más charra, al menos en intención. El volverse un joven activista del libertarismo parecía la culminación de algún sueño pueril que tuve por allá del 2006, cuando descubrí que había algo más que las ideas socialdemócratas. Fue por eso que un año más tarde, en 2007, lancé el blog Expresión liberal. La idea, aunque bienintencionada, no era para nada original: buscaba convertir ese espacio en una bitácora genérica que sirviera de referente para el liberalismo en México. Por suerte llegó el 2012, con todos los disturbios asociados a la toma de poder de Peña Nieto, para darme cuenta de que ya llevaba mucho tiempo harto del libertarismo.

Digo libertarismo porque considero injusto meter en el mismo saco a esos personajes y a los liberales y conservadores clásicos. ¿Quiénes son ellos? Si usted es un liberal o incluso un progre extraviado en esta página seguro los conoce: individuos de internet que en las redes sociales aliñan sus nombres con los apellidos de liberales famosos —Rothbard, Bastiat, Mises— y que por avatar llevan la foto de uno de esos intelectuales o de una serpiente o un puercoespín; sujetos cuyo único argumento es gritar ¡NAP! ante cualquier provocación y acusar de estatista a todo mundo; personas que llenan su perfil de Facebook y su cuenta de Twitter con citas y estampitas de, quién más, los inefables intelectuales antes mencionados. Haga de cuenta que son como los metaleros que no paran de invocar a Vikernes en sus muy autóctonos nombres anahuacas, así de ridículos.

No me habría distanciado de ellos si el problema fuera solo una foto de perfil o un nombre. Debe haber una razón válida. Son tres, aunque están incluidas en el mismo paquete. La primera es que me di cuenta de que la gran mayoría de esos libertarios vulgares odian más al Estado de lo que aman la libertad. El ejemplo perfecto es la actitud suscitada a partir de los disturbios del primero de diciembre de 2012: muchos de estos personajes se pusieron del lado de los vándalos. La segunda es que me harté de suavizar el hecho de que siempre he sido un conservador. La tercera es que tanto libertarios vulgares como muchos liberales clásicos que respeto han cedido a la llamada de Cthulhu.

Tomo prestada la metáfora lovecraftiana de Mencius Moldbug, lord sith del movimiento neorreaccionario, porque es conveniente cuando se toma en cuenta que los liberales ya invocaban a otra criatura mítica para referirse al gran Estado. Me refiero al Leviatán. Nuestro monstruo es mucho más grande: no solo es una abominación marina, es una deidad. ¿Cuál es el llamado de Cthulhu? El progresismo. Es decir, tanto libertarios políticamente correctos, conservadores mainstream y por supuesto todos los sectores de la izquierda, avanzan hacia la dirección que Cthulhu les marca: la izquierda.

No hace mucho logré algo que me propuse: que un libertario vulgar me llamara reaccionario. Fue gratificante porque mostró la verdadera cara de ese movimiento. De nada sirve hacerle concesiones al progresismo y a sus causas. Ni una sola. Mucho menos es sensato jugar en su cancha o en sus términos. De ahí que el grito de reaccionario no me incomode. Por eso también el nombre del blog. Y si alguien buscaba solemnidad o grandes desarrollos teóricos, espero que la imagen que encabeza esta introducción eche por la borda sus ilusiones. Después de todo nadie debería tomarse demasiado en serio el internet.

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7 Comentarios

  1. ¿Y ahora? ¿Anarquista, monarquista, minarquista? ¿Todavía capitalista?

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    1. Capitalista siempre. Monarco-minarco en mi comunidad privada. En teoría al monarca no le interesaría mucho lo que hacen sus súbditos, siempre que no haya desfachateces públicas. También lo hago por la estética. Si alguien quiere anarquía, que se escinda, se vaya a una isla y funde Ancapistán. Básicamente lo mismo de siempre, pero ahora estoy en un papel de cristiano cultural porque me di cuenta de que juntándome con los otros anarcos, es decir los ancaps de internet, nomás no se puede. Quién sabe, quizá en la actualidad coincida en más temas culturales contigo.

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    1. Ya era un agnóstico bastante débil desde hace varios años, la verdad. Un día de estos me vuelvo un deísta jeffersoniano.

      Aunque me preocupa tu alma. ¿No se supone que el fideísmo es herejía?

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  3. Está bueno lo de "no apto para progres", jajaja

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  4. ¿Cómo? ¿Te bajas del barco del Partido de los Memes?

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    1. Estuve en otros barcos libertarios, pero nunca me subí a ese.

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